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Como actuar

Juan Carlos tenía un seguro de ARAG Negocios para proteger su taller frente a cualquier imprevisto. Y, afortunadamente, fue cauto al hacerlo porque sin el seguro de defensa jurídica no habría podido detectar ni identificar de dónde venía su problema y menos aún se habría visto capaz de reclamar llegando a juicios.

La Historia

Juan Carlos era el dueño de un taller de reparación de coches que estaba en la planta baja de un edificio de pisos. Aún estando en los bajos, tenían un respiradero para la salida de gases necesaria para la salud de todos los que trabajaban en el taller.
Un día empezaron a notar que no podían respirar como de costumbre. Juan Carlos sabía que la semana anterior se habían hecho unas reformas en el edificio y pensó que podría estar relacionado. Entonces indagó por su cuenta y supo, de primera mano, que el promotor del edificio hizo unas obras justo en la otra planta baja, que era contigua al taller. Como él y el promotor habían tenido varias discusiones y se llevaban francamente mal prefirió llamar a ARAG para ver si podían estudiar su caso.
ARAG envió a un perito y éste detectó que habían cortado los tubos del respiradero, taponando la salida de aires. Por esa razón, el taller se quedó sin ningún tipo de salida para los gases. El informe del perito añadió también fotografías que acreditaban su versión.

ARAG, en paralelo, averiguó quién había realizado la reforma y dio con el responsable que era el promotor del edificio y de quien sospechaba Juan Carlos. Tras hablar con él contó que había cortado por su cuenta y riesgo los tubos mientras realizaba unas reformas para la otra planta baja. Fue entonces cuando ARAG le informó que tenía un informe pericial con pruebas y reclamó una indemnización en nombre de Juan Carlos.
Pero el promotor no quiso llegar a ningún acuerdo porque decía que no era su problema y que ya había tenido otros problemas de convivencia por culpa del taller.
ARAG le puso una demanda al promotor por 3.500€ para la reposición del tubo de salida y la pintura de la parte afectada. Como no quiso entrar en razón se llegó a juicio.

El juez dio la razón a ARAG y a Juan Carlos, obligando al promotor a pagar el total. El promotor, indignado, recurrió la sentencia y volvió a perder.

 

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