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La serie coreana El juego del calamar se ha convertido en la más vista de la historia de Netflix. Entre los más de 111 millones de espectadores se encuentran muchos menores de edad, pese a que su contenido violento no está recomendado para ellos. La serie trata sobre una organización que ofrece una serie de pruebas a 456 personas endeudadas para conseguir 45.600 millones de wones (más de 33 millones de euros). Sin embargo, si pierden, son ejecutados. El hecho de que la ficción reproduzca juegos infantiles en los retos que deben superar los protagonistas ha hecho que los niños los copien en los patios de los colegios, con imitación de las conductas violentas incluidas.

La responsabilidad legal es de los padres

Si la situación se descontrola y acaba habiendo agresiones, puede acarrear problemas legales se pueden exigir responsabilidades a los padres por las acciones de sus hijos. Incluso puede tener un perjuicio económico, ya que el daño que se le hace a un menor tiene que ser resarcido como responsabilidad civil o asumiendo el coste del daño material causado. El Juez establecerá las bases de la cuantía de la indemnización por RC en función de diversos factores como el sufrimiento de la víctima o si ha habido perjuicios económicos (gastos médicos o de psicólogo, por ejemplo). Si además se considera que se ha cometido un delito, se aplicará la ley de responsabilidad penal del menor.

Clasificación del contenido por edades en España

Es importante que los niños accedan a contenido apropiado para su edad para un buen desarrollo psicológico. En nuestro país, quién se encarga de calificar las películas y series según las edades propicias es el Instituto de la Cinematografía de las Artes Audiovisuales de España. La siguiente clasificación es una recomendación sin obligación legal:

 
  • Aptas para todos los públicos (A):

    No pueden incluir tensión emocional; prácticas discriminatorias; violencia física o verbal; o escenas eróticas.
  • No recomendada para menores de (7) años:

    No pueden incluir crueldad, tensión o violencia. Las conductas antisociales no deben darse a entender como modélicas. El contenido erótico no puede ser mayor del que el niño pueda ver en su día a día.
  • No recomendada para menores de (12) años:

    Pueden contener escenas incívicas, antisociales o discriminatorias, pero no deben llevar a la confusión, permitiendo que el espectador razone sobre sus causas y efectos.
  • No recomendada para menores de (16) años:

    Pueden aparecer conductas adultas, pero no están permitidas la exaltación de la criminalidad o la discriminación vejatoria.
  • No recomendada para menores de (18) años:

    Se debe advertir que el contenido no es accesible para menores de edad.
  • Películas (X):

    Contenido pornográfico, de violencia extrema, crueldad masiva o actitudes humillantes. Es la única clasificación con restricciones legales, pues se debe emitir el contenido en cines y plataformas específicas.

El control parental

Cada municipio crea su propia normativa con respecto a los horarios en los que se prohíbe el ruido y las sanciones que se pueden recibir en caso de incumplir con ellos. Algunos ejemplos son:

Siendo la clasificación por edades una recomendación, y no una prohibición, el papel de padres y educadores es el de velar porque los menores solamente accedan a aquel contenido cinematográfico adecuado a su edad. Para ello existen herramientas como el control parental, que permiten controlar y limitar lo que ven los niños. Implantarlo en cualquier dispositivo que pueda dar acceso a plataformas de contenido es fundamental para evitar que los menores cometan errores que influyan en terceras personas. La propia Netflix permite restringir contenidos no apropiados según la edad o bloquear una obra específica.

Educación legal a menores

Además de utilizar las mencionadas herramientas, se ha de educar a los niños para que sean capaces de discernir la realidad y la ficción y para que sepan cuáles son las consecuencias de sus actos. En el ámbito escolar, los profesores pueden asesorar a los padres y fomentar charlas con organismos e instituciones que promuevan la educación digital.